Diarreas

 


Diarrea

 

El término diarrea abarca desde una leve enfermedad autolimitada hasta una enfermedad crónica debilitante. Aunque existen numerosas definiciones de diarrea, la de mayor relevancia clínica es aquella que la describe como la evacuación de un mayor número de heces de consistencia reducida, considerando el estado inicial del paciente. El número medio de deposiciones para un adulto varía entre tres al día y tres a la semana. Por consiguiente, antes de realizar el diagnóstico, es esencial establecer, a partir de la anamnesis, cuál es el hábito intestinal normal del paciente.

La diarrea se define como:

  • Tres o más deposiciones sueltas o líquidas en 24 horas y/o
  • Peso de las heces superior a 200 g/día.

La diarrea aguda tiene una duración inferior a 4 semanas y suele ser infecciosa, mientras que la diarrea crónica se diagnostica cuando los síntomas se prolongan durante más de 4 semanas.

Según la duración, la diarrea se clasifica como: 

  • Agudo (≤14 días)
  • Persistente (>14 días y < 4 semanas), o
  • Crónico (>4 semanas).

 

A nivel mundial, se ha estimado que hay 2 mil millones de episodios de enfermedades diarreicas por año. 

 

Fisiología

 

El intestino delgado y el colon, realizan funciones importantes como son: la secreción y absorción del agua y los electrolitos, el reservorio y el transporte ulterior del contenido intraluminal lejos de la boca, y la reutilización de algunos nutrimentos después de que las bacterias metabolizan los carbohidratos no absorbidos en el intestino delgado.

Las alteraciones del control de los líquidos y electrolitos contribuyen importantemente a la aparición de la diarrea

 

Biopatologia

 

Con independencia de que una persona ingiera un alimento hipotónico, como pueda ser un bistec y agua, o hipertónico, como un vaso de leche y un bollo, el volumen de la ingesta se ve aumentado por las secreciones gástricas, pancreáticas, biliares y duodenales.

El duodeno permeable convierte este alimento en prácticamente isotónico, con un contenido en electrólitos similar al del plasma cuando alcanza el yeyuno proximal

 

 

Fisiopatología

 

El líquido que ingerimos a diario, con el consumo de agua y alimentos, se suma a las numerosas secreciones que produce nuestro organismo, entre ellas las secreciones salivales, pancreáticas y biliares. Aproximadamente 9 l de líquido llegan finalmente al intestino delgado, donde es absorbido el 90% de este volumen, dejando que en torno a 1 l de líquido pase al colon. El 90% de este líquido es absorbido en el colon, de modo que quedan en torno a 100 ml, que son excretados cada día con las heces. Cualquier proceso patológico intestinal que interfiera en la absorción de agua o en la excreción de electrólitos puede dar lugar a un exceso de agua en la luz intestinal y a diarrea. El colon hace frente al exceso de agua que llega a su luz, absorbiendo hasta 4.000 ml/24 h, aunque 100 ml de agua por encima de esta capacidad de compensación son suficientes para causar diarrea.

La diarrea se debe fundamentalmente a alteraciones en el transporte de líquidos y electrólitos intestinales y, en menor medida, a la función del músculo liso. Cada 24 h entran en el duodeno de 8 a 10 l de líquido. La dieta aporta 2 l de dicho líquido, mientras que el resto procede de las secreciones salivales, gástricas, hepáticas, pancreáticas e intestinales. El intestino delgado absorbe normalmente de 8 a 9 l Y deja 1,5 l para su absorción en el colon. Del líquido restante, el colon absorbe todo excepto 100 ml.

La diarrea puede ser debida a un aumento de la secreción por parte del intestino delgado o el colon si se supera la capacidad de absorción diaria máxima (4 l) de este último. 

Existen cuatro mecanismos de diarrea: la osmótica (por malabsorción), la secretora, la exudativa y la de motilidad alterada.

Dado que numerosas enfermedades diarreicas se deben a más de uno de dichos mecanismos, resulta de utilidad clínica clasificar la diarrea como mala absorción  (grasa), acuosa e inflamatoria.

Orientación diagnóstica

El manejo inicial de una diarrea aguda se basa en varios elementos: el contexto epidemiológico en el que aparece, la duración del proceso diarreico, las características de las deposiciones y, sobre todo, la repercusión sobre el estado general del paciente (valoración de un posible ingreso hospitalario). Aunque el límite de tiempo de evolución de una diarrea aguda se establece en 2 semanas, habitualmente cede en pocos días, por lo que deberá considerarse que el agente etiológico es más virulento a medida que se prolongue el cuadro diarreico. Un aspecto importante en el diagnóstico diferencial de una diarrea aguda consiste en evaluar no solo las características de la propia diarrea, sino también posibles manifestaciones clínicas acompañantes.




La diarrea crónica se caracteriza por tener una duración superior a los 30 días. La etiología y el pronóstico son muy variables, por lo que frecuentemente es necesario realizar un estudio en profundidad. Conceptualmente resulta útil diferenciar los términos mal digestión y malabsorción. La mal digestión consiste en la alteración en la hidrólisis intraluminal de los nutrientes, mientras que la malabsorción se refiere a la alteración en la absorción mucosa de los mismos.

 

Se estima que en torno al 5% de la población estadounidense padece diarrea crónica y que aproximadamente el 40% de las personas que la padecen son mayores de 60 años. Las causas de diarrea crónica son las diarreas infecciosas o inflamatorias persistentes, los síndromes de malabsorción y las diarreas acuosas.

El estado nutricional, y la hidratación adquieren especial protagonismo, puesto que informan sobre la gravedad. Igualmente, hay que realizar una exploración del abdomen y del área anorectal y buscar signos extradigestivos que pueden orientar al diagnóstico.

Ante un individuo con diarrea crónica es importante evaluar las mismas manifestaciones señaladas para la diarrea aguda y otras como la presencia de esteatorrea y/o linteria ( deposiciones con alimentos no ingeridos), síntomas carenciales como caída del pelo, piel seca o uñas quebradizas, perdida de peso involuntaria o diarrea nocturna.

La diarrea crónica la clasificaremos en: esteatorrea, inflamatoria y acuosa.

La acuosa la podemos clasificar en secretora u osmótica.

 




Cuadro clínico

 

En muchos síndromes diarreicos, la presencia de síntomas asociados ayuda a orientar el diagnóstico. El dolor abdominal de tipo cólico en pacientes de edad avanzada con diarrea sanguinolenta sugiere una colitis isquémica. Cuando estos síntomas aparecen en individuos jóvenes, la etiología más probable es la infección por gérmenes invasores de la mucosa o la enfermedad inflamatoria intestinal (EII; enfermedad de Crohn o colitis ulcerosa). El dolor abdominal es también característico en las diarreas infecciosas agudas producidas por toxinas bacterianas, y acompaña siempre a la diarrea del síndrome del intestino irritable.

 

La distensión abdominal, la flatulencia y los borborigmos a menudo son secundarios a la fermentación colónica de azúcares mal absorbidos. Aunque estos síntomas son inespecíficos y frecuentes en el síndrome del intestino irritable, su aparición 30-90 min después de la ingesta de alimentos ricos en hidratos de carbono sugiere un posible déficit de disacaridasas.

La aparición de fiebre sugiere un proceso orgánico. Este signo puede observarse en el linfoma intestinal, en la EII, en las gastroenteritis infecciosas o en enfermedades que cursan con síndrome de malabsorción.

 La pérdida de peso es frecuente en pacientes con síndrome de malabsorción, en neoplasias o en la EII.

Una historia previa de aftas bucales recurrentes puede ser indicativa de enfermedad celíaca, de la enfermedad de Crohn o del síndrome de Behçet.

La espondilitis anquilopoyética y la artropatía recidivante con afección de grandes articulaciones, pero sin destrucción ósea, sugieren la existencia de una enteropatía inflamatoria

Las crisis de rubefacción facial se presentan en pacientes con síndrome carcinoide y en algunos casos de síndrome de Verner-Morrison (vipoma). En pacientes con una gastroenteritis eosinofílica suele existir una historia previa de procesos alérgicos, como asma bronquial o edema angioneurótico.

El antecedente de alcoholismo crónico, los brotes recurrentes de pancreatitis o la resección pancreática amplia, sugieren una insuficiencia pancreática exocrina. A su vez, enfermedades endocrinas, como la diabetes mellitus, el hipertiroidismo, la enfermedad de Addison y el hipotiroidismo, pueden ser causa de diarrea crónica

Finalmente, muchos pacientes con síndrome de malabsorción presentan molestias vagas, como malestar general o cansancio, pero escasa sintomatología digestiva. Ello es relativamente frecuente en pacientes con enfermedad celíaca que son objeto de estudio por anemia ferropénica o por alteraciones en las pruebas básicas de laboratorio.

Tratamiento

 

Entre los objetivos del tratamiento de la diarrea cabe citar, cuando proceda, la reposición de líquidos, el uso de fármacos antidiarreicos, el soporte nutricional y el tratamiento antimicrobiano.

 

Reposición de líquidos


Los pacientes con deshidratación grave deben tratarse con Ringer lactato o solución  salia intravenosos, con potasio y bicarbonato adicional, según las necesidades.

Las soluciones de rehidratación oral son buena opción ya que contienen azucares y electrolitos 

Lactantes y niños de 50 a 100 ml/kg en las primeras 4 horas

Adultos hasta 1 litro por hora

 

Reducción de la diarrea

        El subsalicilato de bismuto (525 mg por vía oral cada 30 min a 1 h para 5 dosis,  que pueden repetirse el día 2) resulta seguro y eficaz en las diarreas infecciosas bacterianas.

        El opiáceo loperamida es seguro en la diarrea aguda o la diarrea del viajero, siempre que no se administre a pacientes con disentería

 

Antibióticos

        Mientras el médico espera los resultados del coprocultivo para orientar el tratamiento específico, las fluoroquinolonas (p. ej., ciprofloxacino o levofloxacino en dosis de 500 mg por vía oral durante 1-3 días) son el tratamiento de elección cuando los antibióticos están indicados.

        el trimetoprim-sulfametoxazol (1 comprimido de doble potencia por vía oral dos veces al día durante 5 días o dos comprimidos de potencia simple por vía oral dos veces al día durante 5 días) es el tratamiento de segunda línea.

 



Resumen

 

Las diarreas agudas por lo general son bacterianas, aproximadamente el 80% son debidas a infecciones por virus, bacterias y parásitos. Las restantes son debidas a ingestión de medicamentos con capacidad osmótica, que estimulan la secreción de líquidos intestinales, dañan el epitelio intestinal. Y en muchos casos autolimitadas, lo interesante es ver el agente causal de acuerdo al alimento ingerido. Es importante identificar las señales de alarma que sugieren un cuadro de mayor gravedad y que pueden provocar un cuadro de mayor gravedad e incluso la muerte.

Fiebre alta o persistente, dolor abdominal intenso. Diarrea con sangre, signos de hipovolemia, antibioticoterapia u hospitalización previa.

Las diarreas inflamatorias, que pueden ser acuosas o sanguinolentas, se caracterizan por lesión de los enterocitos, atrofia vellosa e hiperplasia de las criptas. Las membranas de los enterocitos dañados del intestino delgado presentan disminución de la actividad de disacaridasa y péptido-hidrolasa, mecanismos de transporte de azúcares o aminoácidos asociados a Na reducidos o ausentes, y transportadores de absorción de cloruro.

Cuando nos enfrentamos a una diarrea crónica, es de suma importancia la búsqueda de manifestaciones extra intestinales. Las cuales nos pueden orientar hacia el diagnostico y causa de la diarrea, rubor facial mastocitosis o síndrome carcinoide.

Recuerden tratamos pacientes con enfermedades no los síntomas, si solo los tratamos estamos destinados al fracaso. Debemos de encontrar la etiología que causa los síntomas. 


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